sábado, 27 de diciembre de 2014

Dos.

Y ahora, llegados a este punto, dime, ¿qué hice mal? ¿Qué hice para que de la noche a la mañana ya no quisieras saber nada de mí? ¿Qué hice para que en un solo instante, ya no te importara? Dime, ¿qué hice? Me paso las horas, los días y las noches enteras buscando un por qué, algo con lo que poder entender todo lo que ocurrió. Ya no te reconozco, aquel chaval por el que hubiera dado mi vida, ha desaparecido.  Confié en ti, te di todo lo que pude y aún así, me quedé sin nada. Sola, apática y completamente vacía.

Tan solo dime que pasó, por qué cada vez que buscaba tu mirada, la apartabas; por qué cada vez que me acercaba a ti, te alejabas; por qué cada vez que intentaba hablarte, cambiabas de tema, esquivabas mis preguntas o me ignorabas; por qué cada día que pasaba, te sentía más lejos que el anterior, y así fue hasta que desapareciste.

Ya no me queda nada de ti, ni los besos, ni las caricias, ni los abrazos, ni los roces tontos, ni las miradas tan expresivas y tan nuestras. Tan solo me quedan tus falsas promesas y el gran sabor de boca que dejaste al suspirarme aquel especial, maravilloso y último beso.

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